Estamos inmersos en una revolución tecnológica que está alterando de forma exponencial nuestra forma de vida, de comunicación y las relaciones con los demás. La organización del trabajo en las empresas no es ajena a ello. Los cambios son de tal complejidad, profundidad y velocidad que debemos prepararnos para ellos, y en la medida de lo posible, anticiparnos desde todos los ámbitos: la política global, la administración pública, el sector privado, la sociedad civil y el ámbito académico.