La City de Londres, el corazón financiero de Europa, donde ejecutivos de traje y corbata impecables que trabajan para entidades financieras, consultoras, auditoras, compañías de seguros, gigantescas multinacionales, …, rondan por sus calles, sus imponentes rascacielos, llenando oficinas y oficinas día tras día y noche tras noche. Sin embargo, el panorama no es tan alentador como parece para algunos puestos. Según recientes estudios entre 2001 y 2020 han desaparecido más de 50.000 puestos de economistas, el doble que los cajeros de tiendas. La crisis de este perfil profesional es evidente, según otro estudio para The Economist, la probabilidad de desaparición de este perfil es del 94% … Entramos de lleno en la fase de transición digital.
Los primeros años se detectarán fallos en los algoritmos, pero poco a poco la inteligencia artificial conocerá y aplicará las complejas reglas fiscales y contables mejor que los profesionales antes de 2030. Los asientos se producirán de datos nativos digitales y el coste del software en forma de AIAAS (Artificial Intelligence as a service) será cada vez menor. Esa inteligencia artificial resultará al final más eficiente y cien veces menos cara que un economista de carme y hueso.
Está claro que ante situaciones de cambio tan extremo como ésta donde los avances tecnológicos se suceden cada día, no podemos quedarnos parados y tenemos que tomar la actitud de considerarlo como una oportunidad extraordinaria. Para ello lo primero es adaptarse a la situación y que cada despacho haga suya esa revolución. En este artículo lo que pretendemos es dar ideas para repensar y orientar nuestro negocio hacia una estrategia de transición digital.
Como bien dice Philippe Arrou en su muy interesante artículo “Los retos de la profesión del experto contable ante la transformación digital”, “… en un mundo caracterizado por la incertidumbre, nuestro futuro ya no depende solo de nuestros recursos primarios o de nuestro capital económico, sino de nuestra capacidad para comprender y anticipar los cambios …”. Pues bien tomemos este nuevo paradigma como una oportunidad para todos. Al igual que nuestra profesión se ha profesionalizado con la aparición de la figura del Economista, añadamos ahora el calificativo de Digital.
En principio ¿cuál es nuestro punto fuerte frente a ese alud tecnológico?, pues la confianza de nuestro cliente, el saber que cuenta con un profesional sujeto a las leyes de la independencia y la ética. El problema es que a la hora de facturar esto, lo que realmente cobramos es la revisión de los procesos contables, la ayuda con los impuestos, la revisión de los cierres, lo que se ve de nuestro trabajo, pero no el asesoramiento en sí, el conocimiento en sí, ese know-how que se supone va incluido en el precio. La idea clave es ampliar nuestro servicio hacia un “full service” con la inclusión de la totalidad de la gestión (facturación, cobros, pagos, control de stocks, …). Se trata de que el cliente externalice su gestión para poder dedicarse en pleno a su actividad central, aumentando el valor que ofrecemos en general.
Evidentemente esto nos supondrá más presencia, más complicidad y dedicación, pues de facto nos convertimos en su director administrativo y financiero con el objetivo de facilitar en tiempo real la mejor información para la toma de decisiones, usando la contabilidad como verdadera herramienta de gestión y proporcionando cuadros de indicadores para gestionar mejor su empresa.
Otra clave de actividad con gran futuro en los próximos años es el de la información no financiera, porque hoy día la transparencia es fundamental y los estados financieros no son suficientes. Ya no solo las grandes empresas se ven obligadas a su publicación, ese umbral de obligación se irá reduciendo para aplicarse a las pymes y generalizarse finalmente. Al fin y al cabo, se trata de comunicar lo que son lo que hacen más allá de las cifras, ya que la llamada Responsabilidad Social Corporativa (RSC) facilita información no solo económica sino social y medioambiental, así como del cumplimiento de sus obligaciones legales.
Pero no solo debemos cambiar de cara al cliente, también se deben hacer importantes cambios internos, organizativos. Debemos reformular nuestro negocio desde una perspectiva estratégica, saber a donde queremos ir, a que retos enfrentarnos, con que objetivos, con que recursos y saber comunicarlos para que los socios y clientes tomen consciencia de ese cambio de orientación a un verdadero proceso empresarial.
Y por último convertirnos en asesores de nuestros clientes en sus procesos de transformación, partiendo de una digitalización de nuestros despachos y aplicando esa experiencia al exterior. Por nuestro conocimiento de sus negocios, su cultura, sus proyectos, sus objetivos, seremos los actores ideales para hacernos una idea de las oportunidades que puede representar el ese nuevo ámbito tecnológico en nuestros clientes. Este sería la auténtica gran oportunidad de convertirnos en un Economista Digital.
Saludos @juanjesang